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miércoles, 28 de julio de 2021

Los vinos de la Cueva - 1ra parte

Degustamos dos vinos muy particulares. Particulares porque, aunque fueron elaborados por enólogos reconocidos,  fueron elegidos por los clientes de una vinoteca en paneles de cata a ciegas organizados por el dueño de la misma. Antes de hablar de los vinos, nos vamos un poco atrás en el tiempo. 
 
La historia comienza con Fernando Musumeci, quien allá por 2007 empezó a vender vino en forma online, aunque su relación con productores y consumidores empezó bastante antes. En 2014 abre Mr Wines, más conocida hoy en día como La Cueva de Musu, en el barrio de Caballito, sobre la calle Aranguren. Ir a La Cueva es un evento en si mismo porque Musu siempre te va a estar esperando con un vino descorchado (y a veces con algún quesito) y enseguida uno se pone a hablar con otro cuevero, aunque no lo conozca, porque "el vino une" como bien dicen.   

El concepto de "vino de La Cueva" nace a partir del deseo del propio Musu de que sus clientes elijan un vino que los represente. Así, por septiembre de 2019, Musu invitó a pequeños productores a participar en la elección del vino de La Cueva con muestras que debían cumplir con una única condición: no ser vinos que estuviesen en el mercado. La convocatoria fue todo un éxito con 15-20 muestras que fueron catadas a ciegas por tres paneles de cueveros (llegando a totalizar hasta 80 catadores) que formaban sus podios al finalizar. La única referencia con la que cuentan los cueveros es el segmento de precio en el que se encuentra la muestra. 

La elección recayó en dos vinos en lugar de uno: el Cuevero Manija 2018, blend de 80% Merlot y 20% Cabernet Sauvignon, elaborado por Matías Macías en Finca Ambrosía y con uvas de la misma finca y Gran Cuevero 2017, blend de 70% Malbec de Paraje Altamira y 30% Cabernet Franc de Gualtallary, elaborado por Teresita Barrio y Cristian Moor. Como dato de color, Finca Ambrosía vinificó por primera vez Merlot para el Cuevero Manija.  

En 2020, Musu repitió la experiencia y la convocatoria resultó nuevamente en el orden de 20 muestras que fueron catadas a ciegas por paneles mucho más reducidos por las restricciones por todos conocidos. En lugar de dos vinos, en esta ocasión fueron elegidos cuatro vinos para representar a La Cueva: un blend de terroirs (de provincias mejor dicho) de Cabernet Franc elaborado por Luz García Peruzzi, Mauricio "Japo" Vegetti y Gabriel Campana, con el nombre de Cuevero Federal; un corte clásico de Cabernet Sauvignon y Malbec de Paco Puga y Daniel Guillén, con el nombre de Familia Cuevera; un blend de Merlot y Petit Verdot que se llamará Alma Cuevera y fue elaborado por Mariana Onofri; y un blend de terroirs de Malbec de Daniel Pi y que llevará el nombre de Cuevero Perfecto. Los cuatro fueron embotellados entre enero y marzo de este año. Los dos primeros ya salieron a la venta y los otros dos están aguardando en botella. 

Vayamos al Cuevero Federal 2020. Luz, el "Japo" y Gaby estaban trabajando en un Cabernet Franc, blend de provincias (Mendoza y Córdoba), con idea de lanzarlo al mercado y decidieron participar de la convocatoria de Musu. Es un blend de tres viñedos de Mendoza, más específicamente de Vista Flores, de Altamira y de Alto Agrelo, que fueron cofermentados y un Cabernet Franc de Quilino, región al norte de la provincia de Córdoba, el cual fue cofermentado con un pequeño porcentaje de Ancellotta. Un vino joven, fresco, con una nariz que receerda a frutas negras y a especias, y también con un perfil claramente floral, que "delata" la zona de Vista Flores. En boca muestra un carácter bien frutal, de acidez media y taninos sutiles. Un vino fácil de beber y muy agradable.          

El Familia Cuevera 2018 es un corte de 70% de Cabernet Sauvignon proveniente de media hectárea de la finca en Río Seco y 30% de Malbec de la finca Alto Río Seco, ambas de El Porvenir, lugar de trabajo de Paco Puga y Daniel Guillén. El Malbec fue vinificado en tanques de acero inoxidable, sin paso por madera. El Cabernet Sauvignon fue manejado con el sistema de canopia libre con la finalidad de reducir las notas piracínicas desde la planta, sin necesidad de recurrir en exceso al roble americano durante la crianza. En este caso, la microvinificación se hizo en tanques de acero inoxidable y el 50% del vino paso 12 meses en barricas de roble francés y americano. La primera sensación en nariz fue la de pensar que "estos tipos saben lo que hacen" porque los aromas resultan bien frutales, predominando sobre notas vegetales que aparecen de forma muy sutil. La fruta es principalmente negra, recordando a la frambuesa. En boca es muy franco, con un perfil frutado, de acidez media y taninos presentes pero bien integrados, de final medio, muy interesante, y fácil de beber, una condiciòn indispensable para un vino de la Cueva.